miércoles, 11 de marzo de 2009
Llamado a la solidaridad
El sociólogo francés Emile Durkheim (1858 – 1917) elaboró los conceptos de "Solidaridad mecánica" y "Solidaridad orgánica" para diferenciar la forma de las relaciones sociales o la “cohesión” entre individuos que existía en la época de la sociedad agrícola y la de la nueva sociedad industrial. En la primera el peso de la Religión como institución social llegaba a todos los miembros de la sociedad. La “estructura social”, las normas y su cumplimiento no tenían demasiados grados de libertad. La adhesión a la escala de valores impuesta por la Religión, cualquiera fuera, era casi absoluta. El advenimiento de la sociedad industrial, precedido por la reforma protestante en la Religión católica trajo aparejada la necesidad de otro tipo de unión entre individuos. La solidaridad orgánica resultaba de la función que cumplían los distintos “órganos” sociales que contribuían al conjunto que necesitaba de ellos. El derecho aparecía como la expresión de esa nueva sociedad en la que la Religión perdía peso y las normas eran racionales y controladas por un sistema abocado a ese fin. La participación en la producción cumplía un rol esencial, integraba a través del aporte de la organización en la que se participaba. La “explosión” del sistema industrial tradicional por el desarrollo tecnológico trajo aparejada la desocupación y la des – integración social. ¿Cuál es el tipo de solidaridad en la sociedad post – industrial? Parece que ninguno. No hay empleo suficiente para establecer un mínimo de integración social. El sistema de derecho, al menos en nuestro país, no parece funcionar de la mejor manera para “integrar” en la “sociedad” a tanto debilitado, pauperizado, desintegrado, marginado, o excluido. Prima el individualismo. ¿Habrá llegado la hora de acordar acerca de lo valioso para salir a defenderlo? El primer valor, la vida, perdió su posición en una sociedad donde los desesperanzados no le asignan valor a la vida de los otros, porque ellos no tienen vida. ¿Será el tiempo de olvidar competencias y rivalidades para reponer en su lugar valores esenciales? ¿“No nos une el amor, sino el espanto”?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario