martes, 14 de abril de 2009

El habitus de los argentinos.

Nadie puede pintar la dimensión normativa de nuestra cultura de manera tan brillante como Enrique Santos Discépolo lo hiciera en “Cambalache”.
Sin embargo, como el Siglo veintiuno pinta peor que el veinte y trato de darle un sesgo sociológico a la comprensión del tema, vale la pena discurrir sobre el mismo.
La trasgresión parece haberse enraizado en nuestra sociedad y los protagonistas son argentinos, como usted y yo, nacieron en esta tierra y adquirieron su cultura, como usted y yo.
Y…si vamos a la definición de habitus, cada uno en su medida aprende, internaliza y hace “naturales” disposiciones que originan ciertas conductas habituales en su sociedad.
¿Qué aprende alguien que nace en una cultura donde se viola asiduamente desde el Código de tránsito hasta la Constitución? ¿Qué conductas se vuelven “naturales”?
No hace falta aclaración alguna.
Las consecuencias están a la vista: en las últimas décadas hubo un crecimiento exorbitante de la pobreza, el desempleo, el narcotráfico, el consumo de drogas, la inseguridad, el juego, la corrupción, el dengue, etc.
En concomitancia, un decadencia de la educación, la salud pública, la solidaridad social, los servicios estatales, etc.
¿A quien le conviene mantener este “habitus” tan extendido entre las personas? ¿A costa de que sectores sociales?

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